Las sensaciones que experimentamos mientras escuchamos música, son universales y las perciben personas de todo el mundo, según científicos del Instituto Max Planck “la música supera sin dificultad las barreras culturales”. Un equipo de investigadores dirigidos por Max Fritz, comprobó que la “música con un ritmo rápido, tiende a ser identificada con la alegría, en tanto que para la tristeza o el miedo el ritmo es menos decisivo que la tonalidad”
Otro grupo de científicos del Instituto Neurológico de Montreal y de la Universidad McGill, descubrieron que al “escuchar una música agradable, nuestro cerebro libera dopamina el cual nos genera sensaciones placenteras e incluso escalofríos”.
La música también tiene efectos en el aprendizaje de nuestros estudiantes, según el sitio Docentes2.0, “ciertas canciones tienen efectos sobre el rendimiento en pruebas y actividades de aprendizaje al optimizar el estado de ánimo” y un estudio publicado en el sitio educrea sostiene que la “música sirve como una ayuda a la memoria que facilita la comunicación”.
Quizás, podríamos buscar una serie de antecedentes de índole científica para explicar las sensaciones y efectos de la música, pero quiero finalizar con las palabras de Astor Piazzolla al referirse a la música como “el arte más directo, entra por el oído y val al corazón… es la lengua universal de la humanidad”.